miércoles, 8 de abril de 2020

Salmo 91




El que habita al amparo del altísimo

Y pernocta a la sombra del todopoderoso,

Diga al Señor: “Tú eres mi refugio y mi alcázar,

Mi Dios en quien confío,

Solo él te librará de la red

Y te defenderá de la peste funesta;

Te cubrirá con sus alas,

Y bajo sus alas te refugiarás,

Su brazo será escudo y coraza.

 

No temerás el espanto nocturno

Ni la flecha que vuela de día,

Ni la peste que se desliza en las tinieblas,

Ni la plaga que acecha a mediodía.

 

Caerán a tu izquierda mil,

Y diez mil a tu derecha,

A ti no te alcanzarán.

 

Basta con que abras tus ojos,

Para ver la paga de los malvados,

Porque hiciste del señor tu refugio,

Del altísimo, tu morada.

 

No se te alcanzará la desgracia,

Ni la plaga se acercará a tu tienda,

Porque a sus ángeles ordenará

Que te guarden en tus caminos.

 

Te llevarán en sus palmas,

Para que tu pie no tropiece en piedra alguna,

Caminarás entre leones y víboras,

Pisotearás cachorros y dragones.

 

Porque me ama, lo libraré,

Lo protegeré porque me reconoce,

Me llamará y le responderé,

Estaré con él en la angustia,

Lo defenderé y honraré,

Lo saciaré de larga vida

Y le haré ver mi salvación.




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